Alguna vez, Charles Eames, un
arquitecto, diseñador y director de cine estadounidense, dijo frente a un
entrevistador que: “El diseño es una expresión de la intención.”
Mi persona piensa que, de hecho, el
diseño es la acción posterior a la incomodidad. Se diseña porque se ha
habitado, se alteran los objetos porque se ha tenido la oportunidad de
experimentarlos y dejaron de ser suficientes.
Soy creyente de que una persona que
elige diseñar debe haber estado viviendo apasionadamente y, advirtió que los
objetos mundanos a los que se aferraba ya no bastaban. Un espíritu habitante y
dependiente de un cuerpo terrenal que se aferra a lo tangible del planeta para
sobrevivir, ha de conseguir la manera, si se me entiende, para saciar las
necesidades.
Lo más importante que un diseñador
debe conservar en su poder, es el privilegio de observar, de notar las pequeñas
cosas. Comenzar a fijarse y nutrirse con información nueva, guardar esa
información en la memoria como un tesoro, y en secreto, usarla. Un diseñador
gráfico debe ser conocedor del contexto donde se encuentra y desarrolla, debe
sentir constante preocupación por aprender, mantenerse actualizado acerca de
todo lo que ocurre en el ámbito profesional y académico para poder ofrecer
particularidad. Debe también, ser un peatón capaz de cautivarse con cualquier
suceso, dispuesto a adoptar toda forma a su alrededor con la intención de domesticarla.
Norberto Chaves, en uno de sus
ensayos afirma que un diseñador “no puede estar vacío. Dado que el diseño no le
dicta otra norma que la de la eficacia, es el diseñador quien debe nutrirse del
más amplio repertorio de recursos.” Luego, sin dudarlo, suelta que: “Un
diseñador inculto no sólo es un mal diseñador: simplemente no es diseñador.”
Para innovar se debe razonar un
proceso y cumplirlo correctamente.
La sociedad, en efecto, precisa del
diseño porque los seres humanos son ampliamente visuales y cualquier objeto que
los rodee, en algún momento fue diseñado.
El diseño gráfico debe poder
comunicar y crear una mejor calidad de vida, ese debe ser nuestro objetivo,
específicamente en este país donde se pierden los ánimos entre tanta sombra y
penumbra. En este país donde cada vez nos comunicamos menos, es necesario que
existan personas salvavidas dispuestas a crear nuevos lazos y mantener los
escasos que aún tienen el valor de aferrarse entre susurros finales.
Es vital que nosotros, como futuros
diseñadores, advirtamos que nos estamos comprometiendo con un país entero y las
personas que lo habitan, para que sin rabiar, nos abracemos a ese discurso que
promete salvarlo.