Sobrevivo en torno a pasiones
reprimidas por miedo a un rechazo anunciado que me doy el gusto de precipitar,
volviéndolo irrevocable.
Como necesitada de todo ese daño,
como si ya no fuera suficiente.
Voy a lanzarme, voy a golpearme
durísimo la cara contra el asfalto, ese asfalto desconocido que lleva tu
nombre.
Aun así: te quiero, y voy a
quererte siempre.
Te quiero tanto que al pensarte, a
veces, siento que me sangra la nariz, y no voy a dejar de hacerlo hasta lograr
llenar todas mis calles de este espeso líquido y por fin hundirme en él.
Sin ti.