jueves, 5 de noviembre de 2015

Mi acogido Alexanders


A mi persona le gusta descubrir cosas nuevas, como Alexanders.

Estoy convencida de que cuando un árbol cae en un bosque solitario, donde no hay nadie para escucharlo, también hace ruido.
Descubrí que Alexanders hace ruido todo el tiempo aunque siempre elija callar.


Alexanders observa, se fija y hace ruido.
Alexanders se enamora y hace ruido.
Alexanders roza y hace ruido.
Alexanders suspira y hace ruido.
Alexanders sonríe y hace ruido.

No puede detenerse porque no lo sabe.
Desconoce los sinónimos que se aferran a su espíritu. Como que es un ser universo, por ejemplo.
Es infinito, lleno de todo creando la nada, brillante y vacío.
Es ausente, pero posiblemente esté en todo, y puede o no: ser. Nadie lo sabe, nadie alcanza a entenderlo.
Es un misterio, él elige sonar y de pronto, ya nada parece tan relevante.
No se da cuenta de lo ruidoso que puede llegar a ser.

A veces (de milagro) uno encuentra melodías mágicas, como Alexanders: humano fugaz y momentario, capaz de ensordecerlo todo con su ruido absoluto.

De corazón deseo, que en algún momento de sus cortas vidas, tengan la fortuna de escuchar el silencio de un ser universo, como yo.