De pronto, de un día para otro desconozco mis límites y
comienzo a culminar acciones que no planeaba siquiera iniciar.
De pronto, de un día para otro, sin reconocerme me encuentro a mí misma dejando pasar la tarde sentada a las afueras de ese centro comercial del que siempre olvido el nombre, leyendo a Héctor Torres para invocar un recuerdo y tomando todos los jugos de guayaba que alcanzo a comprarme.
Abandonando todas esas horas de luz, esperando que se hagan las seis y cuarto para que “no me maten de camino a casa” y llegar antes de que caiga la noche fría que valencia ofrece, ahora más fría que nunca teniendo tan presente tu ausencia.
De pronto, de un día para otro, sin reconocerme me encuentro a mí misma dejando pasar la tarde sentada a las afueras de ese centro comercial del que siempre olvido el nombre, leyendo a Héctor Torres para invocar un recuerdo y tomando todos los jugos de guayaba que alcanzo a comprarme.
Abandonando todas esas horas de luz, esperando que se hagan las seis y cuarto para que “no me maten de camino a casa” y llegar antes de que caiga la noche fría que valencia ofrece, ahora más fría que nunca teniendo tan presente tu ausencia.
Sí estoy triste, y las noches de valencia sí que son mucho más
frías. Me abrazo fuerte y no funciona, es cierto.
De pronto, de un día para otro.
De pronto, de un día para otro.